Alcaldes y diputados locales de Morena, “cooptados por gobernadores”: Monreal
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Dicen en el PAN que “de joven promesa a pobre pendejo” el tramo es corto. La atinada reflexión se la atribuyen al fallecido Carlos Castillo Peraza, uno de los ideólogos más brillantes que ha tenido ese partido.

Aplica a los jóvenes talentosos, inteligentes, que escalan vertiginosamente en las actividades que desarrollan, pero que, ensoberbecidos por sus éxitos, no controlan su ambición y olvidan que en política hay que sumar y no dividir.

Ricardo Anaya, de 38 años, cumple a cabalidad con el segundo párrafo.

Y si mantiene sus ambiciones personales por encima del bien común que tanto pregona Acción Nacional, acabarán por cumplirse, en su persona, las palabras de Castillo Peraza.

A su corta edad, el Joven Maravilla ya fue presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, secretario general del PAN, es jefe nacional de su partido y, aunque no lo ha hecho oficial, quiere ser Presidente de la República.

Tiene cualidades, intuición política, es buen esgrimista verbal. Le ha ganado batallas políticas a Gustavo MaderoFelipe Calderón, debates televisados a Manlio Fabio Beltrones.

Pero tiene un problema que en política no se perdona: es excluyente y desleal.

Su obsesión de ser candidato presidencial del PAN ya ocasionó serios daños en el PAN. Mariana Gómez del Campo lo llama “activista de la división”.

Los llamados “senadores rebeldes” del azul nomás no lo pueden ver. Javier Lozano, uno de ellos, llama al equipo de Ricardo y sus simpatizantes en el grupo parlamentario #LosJumentosDeAnaya.

Ya se fue del partido la panista mejor ubicada en las encuestas para el 2018, Margarita Zavala. Lo hizo en medio de declaraciones de que Anaya canceló la elección interna par definir candidatos, y entregó la importante decisión al FCM.

El otro aspirante panista a la candidatura presidencial, Rafael Moreno Valle, lo acusa de haberlo aislado de las reuniones con los dirigentes del Frente Ciudadano por México, a pesar de que es dirigente de la Comisión Política de Acción Nacional.

A lo anterior hay que sumar que la campaña, claramente dirigida, para destruir su reputación y presentarlo como un político corrupto, ha sembrado dudas sobre su honorabilidad.

Oscurece la estrella de Anaya. La encuesta que publicó ayer El Financiero lo pone a la baja, francamente. Recoge el 16% de las preferencias. Seis puntos menos que en julio pasado.

Aparece muy atrás de Andrés Manuel López Obrador, 32%, y Miguel Osorio, 24%. A Margarita sólo le saca tres puntos.

Lo anterior nos lleva a concluir que si el Frente quiere ganar en el 2018, tendrá que buscarse otro candidato presidencial.

  • Nos desayunamos ayer con la noticia de la renuncia de Raúl Cervantes a la PGR. Es una decisión sensata que debió haber tomado desde que se desechó la idea del Fiscal Carnal.

El abogado tardó en entender que, independientemente de sus capacidades, el fierro priista que lleva tatuado y sus estrechos vínculos con el poder en México lo hacían inviable para el cargo que pretendía ocupar: ser titular de una fiscalía general, verdaderamente, autónoma.

Es cierto, como dijo Cervantes, que legisladores y políticos utilizaron su nombre y supuestas aspiraciones para no nombrar al fiscal ni aprobar las leyes pendientes en materia de justicia.

Su salida elimina un obstáculo mayor para el nombramiento del fiscal general que, en principio, será por nueve años.

En los 11 meses que estuvo quedó a deber. Basta mencionar el caso Odebrecht y la decisión de reservar la información sobre sobornos de la empresa brasileña a altos funcionarios mexicanos, concretamente a Emilio Lozoya.

No sabemos si Raúl renunció, definitivamente, a su pretensión de ocupar ese alto cargo. Creemos que sí, por las razones expuestas anteriormente. Pero estaría en su derecho de registrarse como aspirante si así lo desea.

Nada más que tendría que comparecer ante el pleno de los senadores. Ya no hay pase automático y no las trae todas consigo.

“Los que se quieran inscribir después de una convocatoria del Senado, tendrán que comparecer por primera vez en la historia ante el pleno. Ésa será mi petición a la Junta de Coordinación Política”, dijo ayer Emilio Gamboa, en rueda de prensa.

Aunque Raúl Cervantes sostuvo, ante integrantes de la Junta de Coordinación Política, que no tiene ninguna aspiración, fuera de servir con honorabilidad a México, y que a efecto de que puedan discutirse las iniciativas relacionadas con la Fiscalía General, se hace a un lado. “Mi renuncia es irrevocable”, subrayó.

Los del Frente han querido presentar la dimisión de Cervantes como una victoria del Frente Ciudadano por México, lo que en realidad es mérito de la sociedad civil.

Fueron organizaciones como change.org las que empujaron la eliminación del pase automático de procurador a fiscal por nueve años, bajo la consigna de “no a la impunidad transexenal”.

Colgarse la medalla solitos es puro oportunismo.