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El dirigente del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el estado, Carlos Torres Piña tiene una visión muy optimista de la realidad que vive su partido a nivel nacional pues con los resultados oficiales de las votaciones del pasado cinco de junio, los cuales muestran un descenso en la aceptación de los ciudadanos para con el sol azteca, él arma una realidad alterna y proclama triunfos ajenos como propios, se le olvida al dirigente que su partido ha jugado en esta pasada elección el papel triste de partido satélite del Partido Acción Nacional (PAN), papel que le arrebató al verde ecologista en su relación con el PRI.

Sólo Torres Piña aprecia ese crecimiento del PRD o quizá busca tapar el sol con un dedo, ya que el propio exdirigente nacional de su partido y exgobernador de Michoacán, precisamente emanado de las filas del sol azteca, Leonel Godoy Rangel, ya advirtió que derivado precisamente de esos resultados de la pasada elección, si su instituto político contiende solo en 2018, en los comicios presidenciales, está destinado a perder su registro.

Derivado del optimismo de Torres Piña, hay que reconocer el instinto de supervivencia que tuvo su dirigente nacional Agustin Basave (por cierto expriísta) al haber tomado la decisión de aliarse con su contrincante ideológico, el PAN, pues de no haberlo hecho habría perdido su registro en varios estados del país; pragmatismo mata ideología.

Es claro y contundente que Morena (léase López Obrador) ha desplazado al PRD como la opción de izquierda en este país y lo amenaza seriamente con no sólo superarlo sino desaparecerlo; hay que recordar que las figuras más representativas políticamente hablando del otro fuerte partido de izquierda han abandonado sistemáticamente sus filas (Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Alejandro Encinas, entre otros) sin embargo a Torres Piña le gusta engañarse a sí mismo y vislumbra un horizonte que nada tiene que ver con la realidad de su partido.

Los números no mienten, presentamos los resultados oficiales de las pasadas elecciones.

Por lo tanto concluimos: Torres Piña puede seguir soñando, al cabo que soñar no cuesta nada