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El paisaje es más que desastroso, genera sentimientos encontrados, lástima y coraje. Así, el Lago de Cuitzeo se encuentra aniquilado y es una muestra de la falla en los esfuerzos gubernamentales, aunque no necesariamente es responsabilidad del mismo el daño que sufre.

Porque en gran medida obedece a la actividad irracional de los seres humanos. Hace quizás veinte años existía una comisión específica para su rescate, encabezada en un periodo por Enrique Juárez Trejo, tenía como objetivo principal revertir el deterioro que ya sufría el lago, después se han anunciado una cantidad importante de programas para salvarlo, pero nada ha funcionado… Hoy el lago parece muerto en una gran proporción de su extensión territorial. No se pudo corregir en tiempo los desvíos de agua, la tala inmoderada, la contaminación y por supuesto los efectos del cambio climático que con toda seguridad son parte importante en su deterioro.

Por años se alimentó por las aguas negras del municipio de Morelia transportadas por el río que atraviesa el valle de Álvaro Obregón y significó el exterminio de especies que servían de sustento a miles de familias que se venían manteniendo de la pesca.

El lago cubre parte de Michoacán y Guanajuato y de él se alimentan pobladores de Cuitzeo del Porvenir, Copándaro, Chucándiro, Huandacareo, Santa Ana Maya y otros municipios en menor proporción. La mojarra, el charal, la rana, fueron sustento y fuente de ingresos por muchos años para los pobladores de los municipios aledaños; además ha sido refugio de aves migratorias y reserva ecológica de gran importancia.

Las causas del deterioro parecen no detenerse y los efectos cada día son más evidentes. Hace algunos años se secaba por periodos cortos, en forma significativa al final de la temporada de estiaje, en 2016 y 2017 el lago no se ha recuperado. El desastre ecológico afecta por igual a las especies animales que a los seres humanos, principalmente a los que habitan en las zonas aledañas a la parte que se encuentra totalmente sin agua.

El término tolvanera se ha normalizado en las poblaciones de Capacho, Miguel Silva, San José Cuaro y Huandacareo para referir a las nubes de polvo y remolinos que se generan en la superficie desértica del lago, y así tiene que sobrevivir con las afectaciones a la salud provocadas por este fenómeno cíclico y que aumenta cada año. Algunos pobladores refieren que es normal el fenómeno, que periódicamente se seca el lago y luego retoma su nivel de agua, que ahora les ha tocado del lado poniente y que otros años es del lado oriente.

Nada peor que un desastre ecológico normalizado entre la población. La autopista de cuota a Salamanca construida hace algunos años vino a agravar el problema, que ya existía con la carretera federal número 43 a Salamanca, construidas sin atender las protestas de los ecologistas. Lo cierto es que la mano de hombre cada día provoca un mayor deterioro del lago y los esfuerzos del gobierno en todos sus niveles parecen estar ausentes.

Mucha razón tenía el abogado Felipe Campos con su Asociación Michoacanos en Acción al adoptar el lema “que los ríos dejen de ser basureros” porque proponía limpiar los drenes y ríos para prevenir desates ecológicos como el que ahora analizamos. Un esfuerzo que parecía pequeño, pero en realidad era un esfuerzo descomunal y significativo.

El lago es patrimonio no solamente de los michoacanos sino de la humanidad y deberá ser legado para las nuevas generaciones, por esta razón algo debemos hacer para revertir su deterioro. El tema es de gran importancia y así debe asumirse.

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