Desilusión y desanimo como estrategia política (Parte VII)
Foto. Cortesía

Dejando los dos sexenios panistas el país desilusionado, desesperanzado, lleno de muertos y desaparecidos; el impacto psíquico y social estaba cobrando la factura.

En el proceso electoral del 2012 se elegirían 128 senadores, 500 diputados y la presidencia de la república; como candidatos presidenciales en esta contienda se presentaban Josefina Vázquez Mota por parte del PAN, Andrés Manuel López Obrador por parte de los partidos PRD, PT y Movimiento Ciudadano, integrados en la coalición “Movimiento Progresista”, Gabriel Quadri por el Partido Nueva Alianza y Enrique Peña Nieto en la coalición “Compromiso por México” compuesta por el PRI y el PVEM.

Durante la campaña, la corrupción y los enfrentamientos con manifestantes fueron una constante, ello como consecuencia del hartazgo social; la desilusión y la desesperanza se transformaba en la vuelta a lo contrario; gritos fuertes y profundos eran emanados desde diversos puntos de la república y la sociedad, teniendo resonancia incluso a nivel internacional. 

El día 11 de Mayo de 2012, en las instalaciones de la Universidad Iberoamericana, durante un foro titulado “Buen Ciudadano Ibero” el candidato presidencial Enrique Peña Nieto buscaba presentar su plataforma política y sus planes para gobernar, en dicho foro el candidato fue abucheado, confrontado por su cercanía con la televisora TELEVISA y prácticamente corrido del recinto universitario, a tal grado que su equipo de seguridad lo tuvo que resguardar en las instalaciones de los sanitarios universitarios y sacarlo escoltado de la misma; a partir de ahí surgió el movimiento #yosoy132, movimiento que pretendía la democratización de los medios de comunicación a nivel nacional.   

En el mes de Junio del mismo año, el periódico Británico “The Guardian” publicaba un reportaje de investigación exponiendo que la televisora TELEVISA impulsaba la candidatura de Enrique Peña Nieto de manera directa, mostrando contratos firmados desde el 2009 en donde incluso estaban firmados acuerdos de confidencialidad.

Posteriormente, según documentos del entonces Instituto Federal Electoral (IFE), la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y la comisión Nacional Bancaría y de Valores (CNBV), se evidencio que en la campaña de Enrique Peña Nieto se gastó 13 veces más de lo permitido por la Ley, con un total de $ 4mil 599 millones 947 mil 834 pesos, todo ello dispersado a través de triangulaciones con tarjetas bancarias como; “Soriana aprecio por ti”, “Soriana mi ahorro”, “Aprecio Soriana”, “Aprecio CTM”, “Lealtad MONEX”, “Bancomer pre pagada”, “Apoyo a la mujer Bancomer”, “Bancomer de pagos” y “Banamex perfiles”.

Ingresa a: Desilusión y desanimo como estrategia política (Parte VI)

Tarjetas utilizadas para realizar la coacción del voto.

Sin embargo, a pesar de todo anteriormente expuesto, el IFE el día 8 de Julio de 2012 presenta a Enrique Peña Nieto como ganador de la elección presidencial, provocando una serie de protestas sociales que poco a poco iban aumentando de intensidad, generando que desde el día 25 de noviembre fueron trasladadas vallas metálicas a las periferias del recinto de San Lázaro, retiradas el 27 del mismo mes por las quejas de los vecinos del lugar y vueltas a colocar el día 30 en la noche y madrugada del 1 de Diciembre.

Ese día el 1 de diciembre de 2012, barricadas nunca antes vistas se hicieron presentes, los manifestantes lanzaron bombas molotov, petardos y un camión de basura esperaba ser utilizado contra las barricadas; los policías respondieron con gas lacrimógeno, piedras y balas de goma, dejando un herido de gravedad por una lesión en el cráneo con exposición de masa encefálica que posteriormente falleció.

A partir del 1 de diciembre de 2012, con la toma de protesta de Enrique Peña Nieto, inicia un periodo de criminalización de la protesta social, similar al periodo de la guerra sucia.

Acto seguido el día 2 de diciembre se firma en el castillo de Chapultepec el “pacto por México”, pacto firmado por el PRI, PAN, PRD y PVEM, buscando establecer desde ese momento la ruta para llevar a cabo las “Reformas Estructurales”, impulsando de manera implícita violencia, tortura, desaparecidos y la corrupción constante, en donde hechos como la “casa blanca”, “la estafa maestra” y “los 43 normalistas desaparecidos” marcaron la historia social del País.