El normalismo y el ceneval
Foto. Cortesía

Por: Enrique Rivera Hernández

Quizá, sea importante iniciar tratando de exponer lo siguiente.

Apenas fundada la Secretaría de Educación Pública en el país, durante la administración del general Francisco J. Múgica en el Estado de Michoacán, fue asignado casi la mitad del presupuesto de todo el Estado a educación, esto inspirado en la revolución mexicana, brindar educación a todo el pueblo,  llegar hasta el rincón más lejano de la patria con educación.

Así mismo, siendo inspector escolar de la zona de la piedad el profesor Jesús Romero Flores, se fundó la primera escuela normal rural del País en 1922, en el mes de mayo.

La primera escuela normal regional mixta del País e incluso de América Latina, fue la escuela de Tacámbaro Michoacán, que posteriormente fue trasladada a Erongarìcuaro, Huetamo, la Encarnación, hasta llegar a Tiripetío Michoacán, comunidad en donde se encuentra actualmente, es decir, la normal de Tiripetío “Vasco de Quiroga” que hasta nuestros días sigue brindando formación, alimentación y albergue a estudiantes.

Las normales rurales se crearon buscando transformar la vida de nuestro país, dedicando educación a los hijos de campesinos y pobres en las comunidades, jóvenes entre 12 y 17 años de edad que se formaron con un plan de estudios de cuatro años posteriores a su educación primaria.

Cabe resaltar que gran parte de las normales rurales se abrieron no necesariamente en donde existía la necesidad como prioridad, sino en donde consiguieron apoyos de la comunidad, en edificios pequeños o casas adaptadas, prácticamente abandonadas o en ruinas, es decir, se sumaron voluntades para poder seguir el horizonte de la revolución mexicana de transformar el país por medio de la educación pública y gratuita.

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En pocas letras, la educación pública era considerada como un legado que se tenía que preservar para el bien de todo el pueblo mexicano.

Paradójicamente, el CENEVAL, un centro de evaluación privado es creado en 1994, justo en el boom del periodo neoliberal en México, en el marco de la “modernización educativa”, en un acuerdo firmado por rectores y directores de la  Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), así como la Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior (FIMPES), ambos aparatos, impulsores de la mercantilización de la educación, de la privatización,  del consumo educativo y la meritocrácia.

El CENEVAL es fundado con el discurso de “evaluar” la “calidad de la formación de egresados de Instituciones superiores”, ósea, saber si los egresados adquirieron los conocimientos necesarios para ejercer una profesión en el mercado laboral.

Las evaluaciones aplicadas por este centro son por medio de exámenes estandarizados, pruebas de miden el conocimiento adquirido, retenido, las evaluaciones aplicadas por el CENEVAL son procesos apegados a normas internacionales como los de la OCDE.

En otras letras, No realiza evaluaciones de procesos cognitivos en los sujetos.

Ante ello surgen dos preguntas, la primera seria, ¿la evaluación en qué sentido gira? Es decir, qué se evalúa,  procedimientos, resultados numéricos, resultados cualitativos, niveles de adquisición de un conocimiento, metodologías aplicadas, resolución de problemas, contextualizaciones, qué se evalúa y con qué sentido.

La segunda pregunta podría ser ¿se puede medir la “calidad” de sujetos egresados?, en otras letras ¿se puede medir a los sujetos como los objetos?, la resistencia, los materiales con los que fueron construidos, los años de durabilidad, la funcionalidad, el costo de producción, la ganancia a adquirir y demás.

Sobre todo, se podría cuestionar por qué desde que se articula la palabra “calidad educativa” algunos de sus exponentes se refieren a ella como la infraestructura únicamente en los planteles de educación, no al un proceso humano y social que implica la educación.

Sin embargo, quizá hay que reconocer que el CENEVAL  sí es honesto al exponer públicamente que desde ese centro “se promueve la cultura del mérito”.    

Ante dichos escenarios, sería válido tratar de entender que en esencia las normales y el CENEVAL son completamente opuestos, uno es privado, otras son públicas, uno busca medir de acuerdo al mercado, otras busca generar maestros para cubrir necesidades educativas en el país, uno cobra por sus servicios y las otras en teoría tendrían que ser gratuitas. El discurso de la utilización del CENEVAL en las Normales para combatir la corrupción puede ser válido, sin embargo, sería importante saber los antagonismos