Foto: Cortesía

¿Qué es de uno si no tiene un equipo por el cual sufrir? ¿si no tiene un equipo por el cual llorar? La vieja escuela de aficionados, son los que recuerdan la primera vez que vieron al equipo de sus amores en vivo, la primera vez que lo vieron campeón, la primera decepción, la primera vez que los hicieron llorar. Cuando estas personas lean esta nota, entenderán de que estoy hablando.

 

Todo aficionado recuerda la primera vez que fue a ver al equipo de sus amores, la primera vez que los vio ser campeones, la primera vez que los hicieron llorar. La pasión por tu equipo puede hacer todo, hacer lo que sea por conseguir una entrada: mentirle a la novia, faltar a la escuela, esperar hasta el último momento para conocer una noticia, conseguir las camisetas, ir religiosamente cada vez que tu equipo juegue en el estadio, sentir la piel de gallina cada vez que los colores del combinado ingresen a la cancha -como si fuera la primera vez que lo observas-, conocer la alineación y especular las razones de algún cambio en ésta. Al iniciar el partido, olvidarte 90 minutos de todo y ser uno más, para que los que están en la cancha sientan tu apoyo y den todo; cantar los goles como propios, pero también poder decir nos anotaron, para eso está hecha la vieja escuela. Saber que ningún aficionado es tan bueno como todos juntos, así era como uno empíricamente se hacía aficionado, o aprendías de tu padre o de algún otro fanático, pero era un deber el amor al equipo y a la camiseta.

fut

Con nostalgia veo como este tipo de aficionado está en peligro de extinción. La nueva escuela igualmente conoce del deporte, disfruta de los jugadores, compra camisetas, es apasionado, maneja la estadística de manera exagerada, son fríos y calculadores, no tienen equipo de sus amores, o les dura pocos años, tampoco patria, y esto es porque antes que ser aficionados al deporte, son aficionados a las apuestas deportivas. Muchos apostantes creen que la manera de hacerte millonario rápidamente es por medio de las apuestas deportivas, lo que crea perfiles en este tipo de fanáticos: son matemáticos, su biblia es la estadística, son poco expresivos y manejan sus emociones bajo cualquier circunstancia. El simple ganar o perder no importa, ya que en su mundo de apuestas existen muchos medios y formas de ganar dinero; a diferencia de los fanáticos deportivos, sus aficiones van de acuerdo a juicios que les generan ganancias, el único código que existe es el mismo dinero, son mercenarios.

 

Definitivamente, no es ilegal. Genera al deporte otras alternativas de ser visto, genera muchos millones de dólares y múltiples negocios en la industria deportiva, pero al aficionado simple, el que va al estadio a ver a su equipo ganar siempre, es el que hará la diferencia en los momentos difíciles del equipo. Son formas de vida y las respeto, pero creo que, en este mundo tan lleno de falsos amores, lo único que no puedes cambiar es a tu equipo; en el corazón no se manda y cuando tomas una decisión sobre un equipo, ésta es para siempre. Disfrutar del deporte y de cada buena jugada, gol o triunfo, debe causarte una satisfacción que no tenga que ver nada con el dinero,y sí con la dignidad y el honor, amen.