Foto: Raúl Tinoco/Contramuro

Morelia, Michoacán.- No tiene más de 10 años y ya con fervor, sostiene un pequeño panfleto que deja ver en su portada “Visita a las Siete Casas”, la pequeña está hincada, lee con atención las oraciones plasmadas en su folleto y levanta la vista hacia la imagen de Cristo crucificado, se queda por un lapso de tiempo mirando la imagen, parece que se pierde en esa acción y solamente por la llamada de su madre, se levanta y sale de la mano de su progenitora para visitar la siguiente estación.

La niña se llama María, “María como la virgen”, dice y voltea la vista hacia su madre, sin reservas María cuenta que hace dos años que su padre murió en un accidente de auto y que desde entonces, siente cierta paz cuando entra a las iglesias. “Me gusta porque casi siempre están vacías, son frescas y puedes hablar con Dios sin que nadie te diga nada”.

Regularmente quienes llevan a cabo este recorrido de Visita a los Siete Templos, inicia o concluye en Catedral y de ahí se trasladas a cualquiera de las demás iglesias del Centro Histórico de Morelia. Esta acción, representa las siete visitas que Jesús hizo el Jueves cuando instituyó la Eucaristía en la Ultima Cena, cuando hizo el lavatorio de pies y rezó en el huerto de los Olivos.

Foto: Raúl Tinoco/Contramuro

La primera estación se refiere al traslado que hiciera Jesús del cenáculo al Huerto de los Olivos o Getsemaní; la segunda del Huerto a la casa de Anás, suegro de Caifás, el sumo sacerdote que acusó a Jesús; la tercera estación lleva a Cristo de la casa de Anás a la casa de Caifás; la cuarta de la casa de Caifás a la casa de Poncio Pilato, el gobernador de Jerusalén; la quinta estación es cuando Jesús es trasladado de la casa de Poncio Pilato hacia la casa de Herodes, el rey.

La sexta estación se refiere cuando Jesús fue trasladado de la casa de Herodes a la de Pilato nuevamente y la séptima y última, cuando de la casa de Poncio Pilato, fue llevado al Gólgota o Calvario, lugar en el que se llevó a cabo la crucifixión y muerte de Cristo. Todo ello, después de la aprehensión del “Maestro” en el Huerto de Getsemaní, donde se dio el tan conocido beso de la traición o beso de Judas.

Foto: Raúl Tinoco/Contramuro

 

Foto: Raúl Tinoco/Contramuro

Es Catedral y el interior está abarrotado, aunque no todos van para hacer oración pues muchos de ellos son turistas que únicamente van a admirar la majestuosidad del recinto. Ahí, una mujer de aproximadamente 50 años está hincada en el piso, no tiene reclinatorio, tampoco tiene en sus manos ningún folleto, las tiene cruzadas cerca de su rostro, contempla una imagen de Cristo y las lágrimas se dejan ver en su cara, se agacha se limpia y continúa en su contemplación.

 

Foto: Raúl Tinoco/Contramuro

En la continuación del recorrido, se ingresa al Templo de San José para rezar una segunda estación, la devoción que muestran quienes con fe llegan a cada templo para ofrecer sus oraciones se puede sentir, casi todos están de rodillas, casi todos terminan la pequeña oración pero se quedan un momento en silencio, algunos lloran, otros simplemente oran.

 

Foto: Raúl Tinoco/Contramuro

María, llega al Templo de la Cruz ya con llanto, entra de la mano de su madre y no avanza mucho antes de que se postre a rezar sus oraciones, las lee y nuevamente levanta su mirada, sus ojos aguados no contienen las lágrimas y las deja salir. Patricia, su madre no la toca, la mira y la deja sola. “Extraña mucho a su papi” y ahí se quedan, esperando un consuelo divino.

Ireri Piña es licenciada en Periodismo, reportera de Educación, Turismo, multifuente. Contadora de historias y causas sociales; michoacana, moreliana