Las lecciones mal aprendidas de la pandemia
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Francisco Lemus | Twitter: @PacoJLemus

Con una nueva ola de Covid-19 al menos queda claro que las indicaciones dadas por los especialistas no han sido erradas, a la vez que las vacunas están siendo efectivas en evitar que los síntomas se agraven y con ello aumenten las hospitalizaciones. Quedarse en casa y vacunarse han mostrado su efectividad, lo no efectivo ha sido el funcionamiento de nuestra sociedad.

Hace cerca de dos años la amenaza empezaba a cernirse sobre la población global, sin embargo, aún nos parecía una situación ajena a nuestra realidad, en todo caso sería un susto parecido al que en 2009 nos provocó la influenza H1N1. Para marzo ya estaba quedando claro que la amenaza era real y después del 25 de ese mes nuestras vidas cambiaron de manera radical.

Ahora cuando parecía que la luz al final del túnel era visible, las múltiples variaciones del virus han provocado una nueva alerta acompañada de un creciente número de contagios. La relajación de las medidas, las grandes reuniones y el exceso de confianza han provocado esta nueva ola, pero a diferencia del año pasado en que se registró algo similar, las muertes no han repuntado.

No soy médico, estoy lejos de ser especialista en inmunología o cualquiera de esos temas, así que no puedo dar una opinión al respecto, pero en temas desde una perspectiva social no estoy cometiendo ningún exceso, si bien mis puntos son todos debatibles.

Según los datos de la Universidad Johns Hopkins desde marzo de 2020 a la fecha los repuntes más altos en México han sucedido en los meses de agosto y enero, con la notable diferencia que en agosto de 2020 el tope fue de siete mil casos diarios, mientras que en enero de 2021 se llegó a los 17 mil 500 casos diarios. El 22 de agosto pasado, ya con una parte de la población vacunada se rebasaron los 19 mil casos.

Actualmente los casos registrados diariamente están rondando los 18 mil, pero con fallecimientos registrados de apenas 78 por día, que desde luego son muy lamentables, pero no se comparan con los momentos en que estaban muriendo mil personas diarias en promedio.

Este diciembre fue notable porque las medidas se relajaron por una serie de factores -todos comprensibles-: el encierro estricto que muchos pudieron haber cumplido, de la mano con los constantes llamados de las autoridades federales a retomar las actividades cotidianas. Si se iba a volver a las obligaciones de siempre, por qué negarse los placeres y entretenimiento.

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A diferencia de países de primer mundo, donde las resistencias a las vacunas y las recomendaciones de las autoridades son bastante altas, en México hay mucha menor suspicacia, desde luego los gobiernos pueden generar desconfianza, dependiendo de las posiciones de cada quien, pero la mayoría crecimos con la idea de que las vacunas promovidas por el Estado no son parte de un plan malévolo global.

Es muy probable que las próximas semanas sigan aumentando los casos, y que las actividades presenciales se vuelvan a retrasar, pero son mensajes claros que nuestra vida ya no volverá a ser cómo en los años previos a la pandemia, las mutaciones de los virus, así como las consecuencias del cambio climático seguirán modificando nuestra vida de manera radical.

Hemos vivido en la comodidad de una falsa abundancia de recursos, desde luego unos han abusado más de esos recursos que otros, pero si los beneficios han sido privados generalmente, los costos los vamos a pagar colectivamente.