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La noticia y la fotografía corrieron ayer como pólvora a través de las redes sociales. Eran José Antonio Meade y Miguel Ángel Osorio Chong comiendo juntos en el Mesón de Puerto Chico, un tradicional restaurante español a los pies del Monumento a la Revolución.

Ahí estaban, juntos, los dos miembros más importantes del gabinete de Peña Nieto, los secretarios de Hacienda y Gobernación. Ahí estaban juntos los dos hombres que disputaron hasta el final la candidatura del PRI a la Presidencia del la República. Se les veía relajados, sin corbata y después sin saco, sonrientes y atentos lo que decía el interlocutor.

Miguel Ángel Osorio Chong mostró madurez y compromiso partidista, José Antonio Meade humildad y apertura. Son cualidades atribuidas desde la cuna al próximo candidato presidencial del PRI. Él y su familia son así, buenas personas. Eso opinan quienes los conocen desde siempre. A las virtudes personales de José Antonio Meade habrá que sumar sus destacadas capacidades profesionales y académicas. De ellas tampoco nadie duda.

El pero que hasta hoy le han encontrado a José Antonio Meade se llama Luis Videgaray Caso. Amigos desde estudiantes, Videgaray es identificado como el padrino político de Meade. Su estilo distante, frío y arrogante puede hacerle mucho daño al eventual candidato, quien lo que necesita es, precisamente, lo contrario: calidez y conectar con la gente.

Desde los tiempos del entonces gobernador Peña Nieto, Videgaray ejercía enorme influencia en las decisiones más importantes. Su opinión siempre fue, y sigue siendo, consultada y escuchada con atención. Su inteligencia es innegable, lo mismo que sus formas. Pausado, callado, observador de mirada entrecerrada, alejado del reflector. Poco o casi nada sociable. Misterioso, siempre aparecía y desaparecía en silencio. Algunos dicen que se mantiene en el lado obscuro del poder.

Frente al enorme desafío que enfrentará José Antonio Meade en la elección del próximo año, lo que menos necesita es un personaje así.

Además, a lo largo del sexenio de Peña Nieto, Videgaray ha ido ganando más críticas que simpatías. Como secretario de Hacienda, se ganó la antipatía de empresarios y gobernadores. El gasto público estuvo congelado prácticamente los dos primeros años de la administración, lo que provocó daños importantes en muchas empresas. Después se conocieron sus estrechos vínculos con la familia de Donald Trump. Él fue el artífice de la polémica visita del candidato Trump a Los Pinos, que le costó el cargo y la salida del gabinete. Había invadido el ámbito de la Cancillería desde su posición de secretario de Hacienda, aprovechando su amistad con Jared Kushner, yerno de Trump, con pésimos resultados en percepción y opinión pública.

Videgaray ha sido un personaje polémico de este gobierno. La pregunta es si seguirá tan presente e influyente en caso de que Meade gane la elección.