Foto: Proceso

Entre basura, restos de comida, casas de campaña y también en medio de un peligroso hacinamiento, la llegada de ciudadanos haitianos y africanos a la frontera norte de México, en particular a Tijuana y Mexicali, ha encendido los focos de alarma de las Organizaciones de la Sociedad Civil, que han apoyado a mitigar la crisis humanitaria.

Mientras haitianos y africanos esperan a que les otorguen su cita con autoridades estadounidenses para pedir una visa humanitaria, el alimento escasea en los albergues, no hay papel higiénico, ni jabón ni agua para lavar o bañarse.

Las temperaturas en Mexicali están por encima de los 40 grados. Algunos buenos samaritanos se han volcado a las calles para ayudar en lo que pueden, con ropa, comida, agua, pero nada alcanza.

“Salí de Brasil el 17 de abril con mis tres hijos, dos niñas y un varón. Hicimos mucho tiempo, nos robaron el dinero que teníamos en Colombia. Yo no tengo familia en Estados Unidos, pero sí amigos de buen corazón que me han ayudado; ha sido duro porque pasamos siete días caminando entre Colombia y Panamá”, cuenta Lovita Pérez, mujer haitiana que salió de su país por falta de trabajo.

Lovita trabajará en lo que pueda en Estados Unidos, si es que logra cumplir su sueño. Permanecerá en la Casa Madre Assunta hasta que acuda a su cita, el 27 de octubre, pero no todos tienen la misma suerte. A las afueras de los albergues, muchos se han quedado a dormir en las banquetas, ya no los pueden alojar.

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Foto: Animal Político

 


EN LA CALLE

El miércoles amaneció nublado en Tijuana y un viento frío se ha dejado sentir desde hace varios días. Para quienes duermen en la calle, la ayuda se vuelve esencial, pero “la lenta respuesta de las autoridades” de los tres niveles de gobierno los ha puesto en una situación apremiante, acusó el Padre Patrick Murphy, director de la Casa Scalabrini del Migrante.

Las cobijas están tendidas en el piso frío donde los haitianos intentan conciliar el sueño, otros se entretienen en el juego de dominó y unos más sólo observan a su alrededor, vagan por las calles con más ilusión que esperanza.

“La semana fue dura porque tuvimos más de 150 personas todos los días, llegan nuevos todo el día y muchos de los haitianos tendrán su cita con las autoridades norteamericanas hasta el 30 de noviembre. Esto nos deja menos espacio y estamos al límite porque todos los días llegan deportados mexicanos”, señaló Murphy.

La casa del Migrante, que tradicionalmente recibe a deportados, en este momento tiene haitianos y mexicanos, pero algunos africanos se fueron la semana pasada. Para Patrick Murphy esto en algún momento va a explotar, porque ha faltado seriedad de las autoridades.

Varios haitianos han informado que han sido víctimas de desprecio en las calles y en redes sociales, los comentarios de varios ciudadanos han sido en tono xenófobo.

Los migrantes varados –2 mil 729 hombres y mil 365 mujeres (61 de ellas embarazadas) y 421 menores de edad–, reciben atención especial del Instituto Nacional de Migración, por su grado de vulnerabilidad.


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