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Las precampañas llegan a su fin y la incertidumbre respecto a quién será el próximo inquilino de Los Pinos en México sigue en aumento. El día de ayer (07-feb) el periódico El País publica un artículo de Kiko Llaneras en donde se analiza el promedio de 12 sondeos en los que el resultado global es que el candidato de MORENA va al frente con el 37% de los votos, el candidato del PAN le sigue con el 27%, el del PRI con el 25% y los Independientes con algo así del 10%. Aunque lo interesante de este análisis, entre otros aspectos, es que se tiene un margen de error de 11 puntos. Por lo que el espectro de posibilidades para los candidatos en punta es que cualquiera puede ganar y de que no hay nada escrito para nadie aún.

En este contexto, en plena guerra de encuestas y encuestadoras, en las que un día la diferencia entre el primero y el segundo es de 7 puntos y otro es de 14 puntos; o, entre el segundo y el tercero es de 7, 5 o 2 puntos, la realidad es que esta importante herramienta para la toma de decisiones tanto individual como colectiva se tornan en meros instrumentos mediáticos que se usan para ampliar la propaganda de uno u otro candidato, según le vaya en la feria, y sólo contribuyen, en estos momentos, a incrementar la duda, la incertidumbre y la especulación o burbuja electoral en cada uno de los distintos bandos. Con lo que se alejan los temas centrales del debate público y los aspectos ideológicos, programáticos o las propuestas específicas pasan a segundo plano.

Por ello, es muy importante no echar las campanas a volar cuando de se presenten los resultados de una encuesta o sondeo. No olvidemos que se trata de fotografías de un momento determinado y por ningún motivo deben o deberían ser la base para anticipar triunfos o derrotas que sólo contribuirían a la polarización y a la división social. Parece de risa, pero ya hay chistes de que, con los resultados de las encuestas y sus tendencias estadísticas, que ponen arriba al candidato de MORENA, ya se sabe el resultado y sólo faltan las elecciones de julio próximo para que se formalice un “triunfo cantado”. Nada por demás contrario a todo espíritu democrático, porque aún no empiezan las campañas formales y las necesitamos para cuestionar a todas y todos los candidatos respecto a sus propuestas y proyectos para nuestro país.

Entre los factores que me orillan a pensar que las encuestas y sondeos van a presentar movimientos considerables durante las próximas semanas destacan:

a)El factor cohesión derivado de la definición de las listas a candidatos para diputados, senadores y presidencias municipales, en cada uno de los partidos y sus respectivas alianzas. Los liderazgos políticos y sociales de las bases territoriales pueden darles muchos dolores de cabeza a las cúpulas partidistas, a sus candidatos y sobre todo a las tendencias lineales o estáticas sin variaciones críticas (ceteris paribus). Las imposiciones unilaterales o cupulares, como las que está realizando el Candidato de MORENA, tal vez atraigan los reflectores de los oportunistas que se adhieren a su movimiento cuando antes eran sus acérrimos críticos y adversarios, en detrimento de la pureza de su movimiento, pero ello puede implicar “el no crecimiento” más entre los indecisos.

b)El factor pulverización del voto, con los efectos que ello implique a los partidos y candidatos a la punta de las preferencias electorales, en tanto que, si bien los candidatos independientes amplían la gama de opciones, lo cierto es que no se muestran, hasta el momento, como opciones ciudadanas que representen un verdadero cambio a régimen político tradicional (status quo), lo que probablemente se traduzca en menores apoyos de los que aparentan inicialmente, así como de la incapacidad de constituirse en opciones ganadoras viables que inviten a inclinar el apoyo inicial de sus seguidores hacia un voto útil o estratégico.

c)El factor millenials centrado en la participación de los jóvenes que por un lado son activos en las redes sociales, no así en la asistencia a las urnas. Un aspecto ha sido destacado por el propio Rector de la UNAM, como una variable de alta relevancia que los candidatos no pueden dejar pasar de lado, porque podría ser el factor clave para ganar la próxima elección presidencial: el voto de los jóvenes. La posibilidad de contar con un candidato joven como es la propuesta del Frente encabezado por el PAN, el PRD y Movimiento Ciudadano puede impactar en este importante grupo social que tanto se ha visto marginado del mercado laboral, la oferta educativa, los espacios de desarrollo personal y tienden a convertirse en presas fáciles del crimen organizado, la inseguridad o la violencia.

d)El factor de cambio que comprende el principal reto para el PRI y los partidos tradicionales. Como se ha dicho en otros espacios, el reclamo social ante las actuales políticas gubernamentales y el resentimiento ante la clase política, con los bajísimos niveles de popularidad del Presidente de la República, hacen de las elecciones de julio de 2018 unas elecciones de cambio. En donde, el electorado y la ciudadanía esperan una opción diferente que se traduce en un “voto de castigo” o un “voto de enojo”. El partido en el poder, el partido del Presidente, no es el enemigo a vencer, sino el símbolo de la corrupción, la impunidad y la opresión. El pensar que la vieja maquinaria va asegurar el “voto duro” o un “voto corporativo” resulta muy difícil de imaginar y traducir de forma prospectiva en porcentajes o números alentadores. Más aún cuando el gobernador de Chihuahua les evidenció uno de los mecanismos que hacían funcionar dicha maquinaria.

e)El factor de los indecisos quienes, conforme avancen las campañas, irán definiendo y perfilando su voto hacia la opción que más cumpla con sus expectativas. En este sentido, la congruencia de los Candidatos, el desempeño en los debates y la argumentación de las distintas propuestas serán puntos clave para decidir el destino de su voto. Por ende, la idea del “voto útil” o del “voto estratégico” podrían ser aspectos cruciales para cambiar la actual tendencia que pone al Candidato de MORENA a la cabeza de encuestas y sondeos. Tal vez, no en el sentido de las elecciones de 2006 que lo ponían como una amenaza, sino como un punto de inflexión para valorar sí México necesita un rumbo con una propuesta populista o un rumbo con una propuesta emanada de la alianza de la izquierda moderada con tintes progresistas y la derecha social, más de corte socialcristiana centrada en los valores de la familia.

Estos factores no son limitativos, todo lo contrario, deberían ser más como los asociados al carisma de los distintos candidatos, el comportamiento regional y local de los partidos que los abanderan, el desempeño de las variables macroeconómicas a nivel nacional e internacional, las relaciones con nuestro vecino del norte y la negociación del Tratado de Libre Comercio. Aspectos que, en su conjunto, con un algoritmo altamente complejo, podrían cambiar las tendencias actuales. Por lo que nada está escrito para nadie aún y cualquiera de los tres precandidatos con más posibilidades como son Meade, López y Anaya puede ganar.

Ernesto Navarro.

ernesto_unam@yahoo.com.mx