¿Por qué se pone hoy el Altar de Dolores en Michoacán y qué significa
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¿Por qué se pone hoy el Altar de Dolores en Michoacán y qué significa? Aquí te lo explicamos

Morelia, Michoacán.- Nuestro calendario festivo popular abarca un gran número de celebraciones de origen religioso cristiano, una de mucha trascendencia es sin duda, la Semana Santa que alude a la pasión y muerte de Cristo y que forma parte del tiempo cuaresmal que da inicio con el miércoles de ceniza, pasando por la Bendición de palmas el Domingo de Ramos (alegoría de la entrada triunfal  de Jesús a Jerusalén) para concluir con la Pascua de Resurrección.

Como muchas de nuestras tradiciones heredadas del viejo mundo las de cuaresma, particularmente la conmemoración de la Semana Mayor, remonta sus inicios en nuestro país, a la época de la conquista y a la evangelización de los pueblos prehispánicos.

Los religiosos españoles utilizaron el arte principalmente para lograr la conversión de los antiguos habitantes de nuestro país al cristianismo; un método eficaz fue la escenificación de cuadros bíblicos, los cuales proporcionaron temas para la representación de autos que se hacían tanto en días de celebraciones religiosas como profanas.

Desde épocas tempranas se realizó la conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, así nos lo informan los primeros cronistas coloniales, quienes describen las procesiones, oficios religiosos, penitencias y representaciones efectuadas con ese motivo.

Fray Gerónimo de Mendieta comenta: El Domingo de Ramos adornan con particular cuidado las capillas de fuera de la iglesia, a do se bendicen los ramos, porque goce todo el pueblo de aquel acto, y el lugar de la procesión muy aderezado. Y porque sería imposible repartir ramos a tanta gente, cada uno trae de su casa ramos de los árboles que les parece o puede haber […] los adornan con rosas, y de ellos hacen también cruces asentadas en los ramos, blancas y coloradas y de otros colores. Y como están todos en píe y apeñuscados al tiempo de la bendición y todos los ramos levantados en las manos y enrosados parece un gracioso jardín o floresta el patio”.

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Para los días Santos las muestras de devoción se intensificaban: se hacía penitencia, sacrificios y ayuno; fray Matías de Escobar en la AmericanaThebaida describe el fervor con que los indígenas michoacanos de Charo conmemoraban esos días: el Miércoles Santo, he reparado en nuestra doctrina de Charo los muchos sollozos al oír referirles la Pasión de Cristo Visa Nuestra y mucho más al sacar al Señor de los sayones para llevarlo a crucificar ha sucedido levantarse la indias a quitar los ministros que llevan preso a Cristo Vida Nuestra, ofreciéndose ellas a padecer por liberar al Señor, así lo vi el año de mil setecientos y veinte ocho”.

De las celebraciones efectuadas en nuestra ciudad en el siglo XIX el periódico Pierrot Noticias y Variedades dice: “El Jueves Santo la visita de monumentos fue la principal ocupación de la religiosa sociedad moreliana […] El viernes el templo de las Monjas fue el centro de reunión para acompañar el cadáver de Dios (Santo Entierro) que todo el día estuvo expuesto a la veneración de los fieles”.

Parte de los eventos conmemorativos de la Semana Santa, es la colocación del Altar de Dolores, tradición casi extinta en nuestros días que en otros tiempos podíamos apreciar en los hogares y que hoy solo algunas iglesias conservan.

En el Museo del Estado, todavía hace algunos años, con la finalidad de preservar, recatar y difundir esta tradición, erigía un Altar de Dolores solemnemente decorado.

De sus antecedentes Antonio García Cubas, en El Libro de Mi Recuerdos, nos comenta que por resolución del Sínodo provincial celebrado en  Colonia en 1413, dos o tres semanas antes del sexto viernes de cuaresma fue consagrado a la Virgen, como un tierno recuerdo a sus dolores.

Desde entonces, esta conmemoración se realiza un viernes antes de la Semana Santa, llamado de Dolores, en el cual solían levantarse altares no solo en las iglesias, sino también en los hogares devota y ricamente ornamentados.

Una descripción elocuente de los altares de Dolores es la que hace Mariano de Jesús Torres, en su libro Costumbres y Fiestas Morelianas del Pasado Inmediato: El Viernes de Dolores todas las capilla se adornar de una manera extraordinaria: macetas con flores exquisitas, pájaros cantando, naranjas con banderitas de oro volador, festones de  verdura, el pavimento regado con oloroso mastranto, velas de cera también con banderitas, todo esto constituía el adorno: además el incienso esparcía su embriagante perfume, y el pito y el tambor tocaban esa sinfonía monótona y característica que se acostumbraba en esos días: en algunas capillas había música de cuerdas.”

En las casa particulares ponían hermoso altares y la gente recorría el cementerio y las calles de la ciudad viéndolos y no faltaba dónde obsequiaran a los concurrentes con enormes vasos de agua fresca y sabrosísima chicha”.

El motivo principal del Altar de Dolores era la imagen de la Virgen, ya fuera escultura o pintura, elaborada por reconocidos maestros y artesanos; las primeras, manufacturadas con diversos materiales, ricamente vestidas de terciopelo morado o negro bordado con hilos de oro y plata y en el costado izquierdo, lugar del corazón, siete espaditas clavadas. En los lienzos se representaba a la Dolorosa con las manos juntas y lágrimas en sus ojos, vestida también de negro o morado, sin faltar los siete puñales que simbolizan sus Siete Dolores.

El Altar que el Museo del Estado erigía, como antaño, aparte de la imagen de la Virgen, tenía simbólicos y amarillentos trigos germinados, semillas de maíz, trigo, frijol, lenteja y chía, manzanas y naranjas con sus banderitas de papel picado clavadas, ramilletes de azucenas, gladiolas y camelinas, manzanilla fresca y laurel, sin faltar el agua de colores y las velas.

Es importante señalar que el Altar de Dolores, como todas las conmemoraciones cristianas, tiene un profundo mensaje de enseñanza religiosa, a través de sus símbolos y alegorías. Una interpretación de éste es la que referimos a continuación tomada de la conferencia ofrecida el 28 de marzo de 1997, por el reconocido y ya extinto Arq. Manuel González Galván, quien fuera investigador y estudioso del arte y de la iconografía religiosa, quien en esa conferencia hizo un análisis detallado de los elementos que conforman el Altar.

Como ya mencionamos, las imágenes de la Virgen se representaban con siete espadas clavadas en el corazón, que simbolizan sus Siete Dolores (la profecía del anciano Simeón, la huida a Egipto, el niño perdido en el templo, el camino al calvario, la crucifixión y agonía, el descendimiento y el sepulcro de Jesús) y el número siete para el cristianismo significa infinitud, de tal manera que al hablar de los Siete Dolor de la Virgen se está diciendo que sufrió infinitamente.

Estos se representan en la iconografía cristiana con siete espadas y en los Altares de Dolores con siete velas encendidas.

Característico de la temporada de Cuaresma y de los altares es el color morado, y éste lo vemos en los ornamentos de los templos, en la representación del Viacrucis: Cristo cargo con la cruz, en su pasión lleva su túnica morada; la Virgen de los Dolores la reconocemos por su túnica morada y el morado para la religión católica es indicativo de tiempo penitencial (según lo marca el calendario litúrgico); por ello a la Virgen se le viste de ese color, señal de que está sufriendo.

Después de las tres de la tarde del Viernes Santo, la Virgen viste de negro, ya como la Virgen de la Soledad en señal de luto y alusión a la muerte de Jesús.

Elementos importantes y de gran contenido simbólico son los trigos germinados. Representan el  cuerpo de Cristo, porque del trigo se hace el pan y de acuerdo a la fe, se recibe a Cristo en esa forma, en la Comunión. El color del trigo es amarillo y madura con el sol que también es amarillo y para que el trigo nazca amarillo se pone a germinar oculto, en lo obscuro. Alegóricamente, la religión con ello evoca el ocultamiento de la naturaleza divina de Cristo, para manifestarse en su naturaleza humana, como redentor en su pasión y se le pone a la Virgen para recordar que ella asistió a este misterio del sufrimiento, pasión y muerte d Cristo.

Las demás semillas, que según se dice son las que se van a llevar a bendecir para la siembra, junto con las frutas y verdura representan a la naturaleza; considerada una aportación nuestra a los Altares de Dolores, ya que si bien es cierto los europeos hacían algunas asociaciones de los alimentos con la religión, para nuestros pueblos prehispánicos la relación era intrínseca. Baste recordar que en algunas culturas del México antiguo, el maíz era considera grano o dádiva divina y carne del hombre.

En este sentido también el cristianismo asocia a la naturaleza con el color verde que simboliza el campo dando frutos y al sacerdote quien administra los sacramentos para hacer florecer el espíritu.

En cuanto al laurel, sabemos que significa triunfo –no solo en el sentido de la devoción sino también en otro- en los altares es el triunfo sobre el dolor, el pecado y la muerte. La manzanilla fresca que se utiliza como remedio para aliviar los dolores, es una medicina y su flor parecidas a la margarita, rememora al sol.

Las manzanas y naranjas, como todos los elementos del Altar tienen una alegoría intensa. Las primeras se identifican con el fruto prohibido, en la tradición judeo-cristiana, con el pecado de Eva que cayó en la tentación de comerlo. Las segundas evocan a la Virgen quien al contrario de Eva, vence al pecado al aceptar ser la madre de Cristo, admite todas las consecuencias: el sufrimiento, es decir, en lugar de ser feliz, acoge el sufrimiento, representada por una naranja agria.

En ellas se clavan banderitas de oro y plata para indicar el triunfo de Cristo y de la Virgen sobre el pecado y el mal.

De las aguas de colores comentan algunos escritos, que aluden a las lágrimas de la Virgen. Sin aseverar tal representación sí podemos afirmar que forman parte de la simbología que el catolicismo otorga a los colores y que los altares brillan vivamente.

El Altar de Dolores, como vemos lleva implícito un profundo aprendizaje y un recuerdo devoto hacia esta conmemoración que penetró intensamente no sólo en el sentir de la gente, sino también en el pensamiento de los artistas y quienes crearon bellas imágenes y lienzos, sonetos y cantos entorno al tema.

Fuente: Tríptico publicado por el Museo del Estado, en el año 2001