Alcaldes y diputados locales de Morena, “cooptados por gobernadores”: Monreal
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La falta de escrúpulos mostrada por Ricardo Anaya para hacerse de la candidatura del Frente lo convierte en un hombre peligroso para México.

Los recursos que ha utilizado en su vertiginoso ascenso hasta alcanzar la candidatura presidencial del Frente, a los 38 años de edad, lo refleja como un hombre políticamente hábil, sí, pero ambicioso, desleal, populista de derecha y excluyente.

Está claro que ha puesto el interés electoral por encima de los valores y la doctrina del PAN.

Los casos de Gustavo Madero y Margarita ilustran esa falta de escrúpulos.

El primero lo encumbró, lo jaló, lo hizo coordinador de los diputados del PAN, secretario general y presidente del partido. Ya encumbrado, le prometió la coordinación del Grupo Parlamentario en San Lázaro. No le cumplió.

Nombró coordinador a Marko Cortés y a Madero, presidente de la Comisión de Atención a los grupos vulnerables. Aún así, su exmentor gravita alrededor de su apadrinado.

Margarita de plano la empujó fuera de su partido. Representaba un obstáculo mayor para su ambición de ser candidato presidencial. Encabezaba las encuestas. La exprimera dama vio cancelada la posibilidad ser la abanderada. Anaya le dijo que estaba cancelada la elección interna.

El mal llamado Joven Maravilla —así lo bautizo López-Dóriga— no sólo dividió a su partido, sino que lo tiene metido en una crisis en los estados.

Ésa fue la noticia principal del diario Reforma el día de ayer.

Anaya cedió demasiadas posiciones al PRD y al MC con tal de lograr su propósito de ser el candidato presidencial de la Coalición Por México al Frente.

El Frente se cayó en Nuevo León, Morelos y Chiapas, y que hay inconformidad en Baja California, Durango, Guerrero, Jalisco, Tamaulipas y Veracruz, asegura el cotidiano.

El futuro candidato presidencial del Frente ha sido el campeón de la exclusión y el divisionismo en el PAN el queretano ha hecho del pragmatismo divisa del partido que aún dirige, a través de un subalterno: Damián Zepeda.

  • Claudia Sheinbaum y Mikel Arriola ya fijaron postura contra las irregulares fotomultas: las van a eliminar si llegan al ayuntamiento de la Ciudad de México.

Suscribo al 100 las palabras del candidato del PRI al gobierno capitalino de que es un esquema por demás abusivo donde, sin juicio de por medio, se cobra dinero al ciudadano que no tiene posibilidad de impugnar.  Desde marzo de este año, el juez federal
Fernando Silva las consideró inconstitucionales porque no le dan al infraccionado derecho de audiencia.

Pero si usted quiere que las sigan aplicando no tiene más que votar el primero de junio por el candidato de la coalición Por México al Frente.

No sabemos si quede BarralesChertorivski o el “médico en tu casa” Armando Ahued. Los tres pertenecen al equipo de Mancera. Los tres representan la continuidad.

Lo que es un hecho es que nos quieren obligar a prescindir del automóvil, pero nos ofrecen un transporte público saturado e ineficiente.

El jefe de Gobierno trata de explotar la “nobleza” de las fotomultas. Dice que las muertes por accidentes de vehículos disminuyeron 14 por ciento de diciembre del 2015 a la fecha, pero sin dar datos sobre el origen de su afirmación.

Lo que sí aumentaron fueron los ingresos no sólo del tesoro de la Ciudad de México, sino de la empresa que las cobra, que se queda casi con el 50 por ciento de lo que ingresa.

  • Hace unos días me preguntó Eduardo Salazar, conductor que usted ve a diario en Televisa y que es —al mismo tiempo— director del diario 24 Horas, si José Antonio Meade tiene más poder que Enrique Peña. Le dije que no.

Los tiempos ya cambiaron. Se fue para siempre lo que Carlos Marín bautizó como el priato.

Una época donde el candidato de ese partido era automáticamente el próximo Presidente. La transferencia del poder comenzaba entonces con la protesta del candidato presidencial. Hoy tenemos ya a Meade como el destapado, pero no sabemos quién nos va a gobernar en el sexenio 2018-2024. Gran diferencia.

Los hechos han mostrado que Peña tiene el control pleno del partido en el gobierno. Lo vimos en la Asamblea del PRI, lo reiteramos en el registro de Meade en el edificio de Insurgentes.

Fue Peña —y no Videgaray— quien decidió la candidatura de Alfredo del Mazoen el Estado de México. Fue Peña —y no Videgaray— el que tuvo la palabra final en el destape de Meade. Podrá decir “volvido” en lugar de volvió, pero de política sí sabe. De eso no tengo duda.

  • Ayer tuve la fortuna de compartir mesa con Francisco Labastida, candidato presidencial del PRI en la elección del 2000. Quería escuchar su opinión sobre la pregunta que me hizo Lalo. ¿Tiene poder Meade? Preguntamos. El exsecretario de Gobernación alzó la mano, juntó el pulgar con el índice en señal de “poquito”.

Labastida coincide en que Peña está en control pleno del PRI y que es él —y no su principal consejero— quien toma las decisiones.

Ya encarrerado, nos contó que tres veces renunció a la Secretaría de Gobernación en tiempos de Ernesto Zedillo, con quien no tuvo buena relación y menos su apoyo cuando fue candidato presidencial.

Va el botón de muestra. Durante su paso como candidato por Chihuahua notó que a sus actos llegaba poquísima gente. El entonces gobernador, Patricio Martínez, le había prometido multitudes en su recorrido por el estado.

Al ver la desolación en sus mítines vino el reclamo. El buen Patricio no tuvo más remedio que contarle la verdad. Le habían amenazado desde el centro con “echarle a la PGR si apoyaba a Labastida.

Anécdotas como ésa y otras más graves va a revelar don Pancho en sus memorias, que pronto va a publicar.