CañaFest una tradición en Morelia
Foto: Ireri Piña / Contramuro

“¡Vamos a las cañas!”: un llamado cotidiano que escuchamos cada año para acudir al CañaFest, una tradición en Morelia

Morelia, Michoacán.- “¡Vamos a las cañas!”: un llamado moreliano cotidiano que escuchamos cada año, para invitarnos a pasar un buen rato recorriendo la calzada Fray Antonio de San Miguel, en el Centro Histórico de la ciudad, donde cientos de puestos ambulantes se instalan enfilados y son la principal atracción de los festejos guadalupanos.

Porque el CañaFest es una tradición en Morelia que nos ha reunido durante décadas, como escenario de paseos familiares, de salidas con amistades e, inclusive, de citas románticas. Es nuestra fiesta de pueblo, donde cada año hacemos experiencias dignas de atesorar, hasta que la memoria nos alcance.

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Participamos de la verbena popular, caminando sobre el duro y frío piso de cantera rosa, “analizando” cuál punto de venta ofrece las cañas de azúcar más jugosas, aunque muchas veces lo dejamos al azar y, otras, nos dejamos llevar por lo que nos dice su oferente: que son suavecitas, para encías sensibles y dientes con Brackets. Jugo de naranja, limón, sal y chile -“¿pica, no pica o regular?”-, quizá chamoy y Miguelito, para que queden en su punto de sabrosura.

Eso sí, en lo que decidimos, ya aprovechamos también el recorrido para posar la vista a la pasada sobre la mercancía en exhibición: ropa, juguetes, accesorios, peluches, artesanías, fayuca… ¿qué escoger para gastar?

Entre los juegos mecánicos, nunca faltan los carritos chocones, la rueda de la fortuna, el carrusel, el barco y las tacitas.

Pero el protagonismo lúdico es de los futbolitos, que congregan a personas de todas las edades, aunque abundan estudiantes; por supuesto, no faltan los de la vecina Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, pero es más fácil identificar a quienes estudian Medicina y Odontología, por sus distintivas batas blancas.

Y para guzguear, las garnachas: salchitacos, papas a la francesa, salchipulpos, todas fritas en aceite requemado. Tal vez cacahuates, dorilocos o unas gorditas de harina. Si el hambre es mucha, están los apetitosos antojitos regionales: enchiladas placeras con o sin pollo, sopes, quesadillas, pambazos, taquitos dorados, pozole, gorditas, huaraches…

Mientras devoramos el platillo, se escucha próximo el inconfundible “gritón” de la lotería, junto al sonido de los disparos y los dardos del tiro al blanco.

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En la víspera del 12 de diciembre, aumentan las y los visitantes que, con evidente fervor, van a ofrecerle sus mandas a la Virgen de Guadalupe en su Santuario. La multitud se aglutina y es más difícil caminar. Las peregrinaciones arriban y las pruebas de fe predominan; en tanto, los comercios se han extendido a la plaza Morelos (coloquialmente conocida como “El Caballito”) y el Jardín Azteca, sin importar que el 13 tengan que retirarse.

Son varios días del CañaFest, desde finales de noviembre, pero parece tan breve…