alfonso solorzano
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Hace solo unos cuantos días el gobierno de Corea del Norte, dirigido por Kim Jong Un, anuncio la cancelación de la reunión programada con el gobierno surcoreano, para establecer un diálogo formal que pusiera fin oficial a la guerra de la península coreana. Ello debido a las maniobras navales que Corea del Sur realizó en conjunto con la armada de EUA.

Algunos consideran que esta actitud de Corea del Norte, fue una advertencia directa de que no se tolerarán injerencias de EUA respecto a cualquier negociación con Corea del Sur, y que la relación EUA-Corea del Norte quedará en otro rumbo completamente distinto al que Kim Jong planee respecto a su vecino del sur.

Es decir, si bien Norcorea no está cerrada al dialogo con EUA, prueba de ello es el hecho de que no cancelara tajantemente la reunión de Kim con Trump, está relación tendrá que darse en un espacio distinto al que se dé entre las coreas. Tal vez sea por desconfianza del régimen norcoreano, por presiones geopolíticas de China o Rusia, o por cualquier otra razón, pero por lo visto Kim Jong Un planea llevar por rumbos distintos las negociaciones con EUA y por otro lado con Corea del Sur.

Esto desde luego puede ocasionar tanto desagrado como escepticismo en distintos países de la comunidad internacional. Sin embargo esta es la primera ocasión en la que un jefe de estado norcoreano y uno estadounidense tratan de establecer un contacto directo; es por ello que en este momento lo mejor es que ninguna de las partes involucradas en la zona – China, Corea del Norte, Corea del Sur, EUA, Rusia- realice maniobras geopolíticas abruptas que pudieran poner fin a este intento de diálogo.

Un rompimiento absoluto de este acercamiento de Corea del Norte con su homólogo del sur y EUA, significaría volver a los momentos de tensión que todavía hasta hace unos años se vivieron en esa zona de Asia oriental, lo cual no estuvo lejos de desatar un conflicto bélico entre distintos estados de la región.

Por otro lado un acercamiento exitoso no solo podría significar un relajamiento de la tensión geopolítica, sino también dar los primeros pasos para reunificación de Corea así como ser el parte-aguas que establezca la pauta para una nueva geopolítica regional que promueva el acercamiento entre las grandes potencias tanto orientales como occidentales.

Entonces, hay mucho que ganar con este dialogo, sobre todo para Corea del Norte y EUA. Corea del Norte se vería como un país que está abriéndose a nuevas alternativas diplomáticas que dejen de lado las amenazas bélicas, así como también eso le ayudaría a incrementar los ingresos económicos que a su vez asegurarían por lo menos en el mediano plazo la continuidad del régimen de Kim. Por su parte EUA, y sobre todo Donald Trump, ganaría al mostrar que puede resolver sus conflictos internacionales sin tener que recurrir a las acciones bélicas como ha hecho en otras ocasiones y sobre todo poner fin a este emblemático conflicto en el que participó hace más de 60 años.

Sin duda será irónico, en caso de haber un dialogo fructífero, que sean personajes como Donald Trump y Kim Jong, los que pongan fin al conflicto en la península coreana a través de la diplomacia. Ello debido a que el simbolismo que emanaría de esto sería que dos gobiernos que no tienen mucho interés en promover y proteger los Derechos Humanos pueden poner fin a una guerra formal que lleva existiendo desde 1950. Lo cual, quizá no sea lo idóneo, dado que ello incrementaría la posibilidad de que nuevos gobiernos “políticamente incorrectos” que pasen a segundo plano los Derechos Humanos, lleguen al poder en las democracias actuales, sobre todo las de Europa Occidental, pero al final la paz es la paz, y si Trump y Kim Jong pueden traerla sin derramar más sangre, pues bienvenida sea.