alfonso solorzano
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De nueva cuenta este proceso electoral está exhibiendo todo el musculo que han trabajado la mayoría de los partidos alrededor de los últimos tres años, sin embargo, es también notorio que cada vez es hay una tendencia mayor a inclinarse más por los candidatos que por los partidos al momento de votar.

Algunos analistas a favor del equilibrio entre partidos, consideran arriesgada la idea de cada vez generar más una personificación de la política a través de candidatos y líderes políticos en lugar de institutos políticos, sin embargo, esta nueva inclinación hacia líderes se debe precisamente por el hecho de que los partidos no han sabido encauzar de manera efectiva las demandas populares, por lo tanto los ciudadanos ahora buscan en las líderes una opción para ello.

Independientemente de si se está a favor de una personificación o no en la política mexicana, tiene que reconocerse que a pesar de todo son los partidos los que siguen teniendo el mayor ejercicio de poder en el actual sistema político mexicano. Sin mencionar, que los partidos son renuentes a aceptar nueva competencia, como bien se vio a la hora de aprobar las condiciones para que candidatos “independientes” pudieran participar.

La vía “independiente” es mucho más complicada que la de un partido constituido, sin mencionar que si alguien vota por una opción independiente y ésta no gana, al menos en el ámbito del poder legislativo, la opción se queda sin representación proporcional, lo cual es injusto. No está de más señalar que los mismos partidos han regulado de manera muy limitada los mecanismos de participación ciudadana, ya que además de que éstos se activan más fácilmente por decisión de alguna autoridad política, y la mayoría  provienen de los partidos, los tópicos para usar mecanismos de participación ciudadana directa, como las consultas ciudadanos o los plebiscitos, están sumamente limitados.

Por lo anterior, pareciera ser que a la actual partidocracia no le agrada la idea de generar más espacio de participación política, lo que resulta verdaderamente preocupante, toda vez que mientras más participación política directa por parte de la sociedad haya, más consolidado se tendrá al sistema democrático. Pero los intereses políticos de los partidos siguen resistiéndose a aceptar esa idea.

Muy probablemente estas resistencias tengan que ver -entre otras razones-  a que como los partidos no han realizado el papel que deberían, han decaído en el ánimo popular, por lo que si permiten más mecanismos de participación política, la sociedad se inclinaría más por estos últimos que por los partidos tradicionales.

Sin embargo, estos mecanismos tarde que temprano deberán llegar a institucionalizarse de una manera eficiente, aun si los partidos están disconformes con ellos. Realmente es difícil saber si con más participación directa de parte de los ciudadanos en la política, la situación socioeconómica del país mejore, es decir, aunque estos mecanismos de participación, estén perfectamente planeados y ejecutados tampoco son garantía de que eso mejorará el desarrollo del país.

No obstante, lo que sí es seguro es que al menos con estos mecanismos la voluntad popular se verá reflejada de una mejor manera y en ese contexto, sean cuales sean las consecuencias, la toma de decisiones política será mucho más fiel a lo que el pueblo, o la mayoría de éste desee, lo cual ejemplificaría de buena manera el auténtico significado de democracia.