La democratización como proceso educativo social
Foto. Cortesía

POR: ENRIQUE RIVERA HERNÁNDEZ.

Entender la democracia como un proceso formativo, educativo, es un situación compleja; sobre todo, porque se tendrían que entender los procesos tanto cognitivos, psicológicos y sociales.

Se plantea aquí, la educación como un proceso social en donde se puede direccionar la vida de los sujetos y las comunidades; en donde la dirección se puede dar bien sea para construir intereses particulares, monetarios, mercantilistas, homogeneizadores e incluso de poder hegemónico, o donde se guíen por pensamiento histórico, crítico, en donde el sujeto valga desde su diferencia y la riqueza cultural del poder colectivo.

Estos planteamientos, dibujan distintas visiones e ideologías en cuanto a la formación social de los sujetos a partir de la educación y de la práctica de la democracia.

Por ello, el ejercicio democrático va más allá de solo poder realizar algún tipo de elecciones, va a la construcción de poder escucharse los unos y los otros, de poder exponer diferentes puntos de vista sin imponer uno sobre el otro, es decir llegar a acuerdos para todos, en donde la mayoría pueda ser la que direccione, pero sin hundir a la minoría.

Exponiendo esto, asumiendo que en México predomina la democracia representativa, cabe analizar los procesos democráticos de elecciones sindicales más recientes en el país.

Por un lado encontramos que uno de los sindicatos más poderosos en la historia de México, el STPRM (Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana) se llevaron a cabo elecciones recientemente y con el 70% de la votación de sus agremiados,  gano la secretaria general Ricardo Aldana, personaje muy cercano a Carlos Romero Deschamps quien estuvo 26 años frente a este mismo sindicato, y que desde su origen como secretario general, Deschamps fue impuesto por Carlos Salinas de Gortari durante su sexenio, mostrando su origen ideológico.

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Paradójicamente, días después, un pequeño sindicato que se creó 5 meses antes de sus elecciones, nombrado SINTTIA (Sindicato Independiente Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Industria Automotriz), logro ganarle a la CTM (Confederación de Trabajadores de México) en la ciudad de Silao, Guanajuato, con un total del 88% de los votos de los trabajadores registrados, mostrando ir a contracorriente del orden sindical establecido.

Sobre todo porque la CTM tiene representación en gran parte del País, así como un gran poder político.

Dichas acciones, dejan ver luces y sombras acerca de la democratización de la vida sindical y la democratización del País, pues en ambas acciones fue la base trabajadora la que decidió con su voto el camino sindical que deseaban seguir, asumiendo que posteriormente en el país podrían ser los ciudadanos los que den vida o muerte, a todo lo expuesto en las leyes y los códigos nacionales e internacionales en cuanto a los procesos democráticos.

En donde la democratización sea un proceso libre, de decisión, justo, plural, sin “acarreados”, sin amenazas;  en que se busque ser congruentes con las luchas que han existido en nuestra historia, como fueron la independencia y la revolución, valorando miles de personas perdieron y han perdido la vida en la búsqueda de una democracia real en el país.

Sin embargo, así como el proceso democratizador puede ser una herramienta educativa social, también tiene que ser el proceso ideológico de las y los ciudadanos que conforman los partidos políticos, un horizonte que se puede seguir para continuar avanzando en un proceso dialectico social.

Lamentablemente, bastos son los ejemplos en donde los presidentes de la república no solo dirigían al País, sino también la vida interna de cada uno de sus partidos y sindicatos, para muestra los sexenios anteriores.

Pero también son bastos, los ejemplos en donde las bases partidistas no eran consideradas por “sus dirigencias” y todos los procesos internos los hacían a modo, ello independientemente del color que representaran, verde, azul, guinda, amarillo, naranja y demás.

Quizá entonces, es momento de comenzar a ver la democratización de todos los espacios colectivos como un proceso educativo social y no solo como un proceso de acceso al poder de determinadas cúpulas que generalmente terminan siendo los mismos.