Alcaldes y diputados locales de Morena, “cooptados por gobernadores”: Monreal
Foto: Cortesía

Es cierto que Andrés Manuel López Obrador encabeza las preferencias electorales en las presidenciales de 2018. Pero es igualmente cierto que el jefe de Morena es el político con aspiraciones presidenciales que más negativos tiene.

Ése es El Peje. Fortaleza y debilidad; esperanza y miedo. El cambio para sus seguidores; Venezuela para sus detractores. Su programa de gobierno, esbozado en su libro 2018: La salida. Decadencia y renacimiento de México, es un compendio de buenas intenciones, mal sustentadas.

Quiere bajar impuestos, dar marcha atrás en el gasolinazo, reducir el gasto programable, crecer al 4% anual, ser autosuficientes en alimentos, recuperar el poder de compra; desaparecer el nuevo aeropuerto, revertir las reformas Energética y Educativa, reducir la delincuencia en 50%. ¿Magia? ¡No! El eje de su programa gobierno es el combate a la corrupción. De allí saldrá gran parte de los recursos para transformarnos en lo que llama “República Amorosa”.

La última encuesta de Consulta Mitofsky, que encabeza Roy Campos, coloca al tabasqueño con un 30.9% de “opinión mala” entre los aspirantes presidenciables en 2018. Muy pegadito le sigue el secretario de Gobernación, Miguel Osorio, con 30.7% de negativos. El hombre de Bucareli aparece también en tercer lugar de las opiniones positivas con 14.9%. Margarita Zavala, del PAN, es segunda en preferencias electorales, 16.6%; y tercera en opiniones negativas 23%. Miguel Mancera ocupa el cuarto lugar en los negativos, con 22.5%. El jefe de Gobierno, sin embargo, anda por los suelos en las “opiniones buenas”: 9.1%. Está por debajo de Anaya, Nuño, Ferriz, Eruviel y El Bronco.

Y acabará detrás de Gabriel Quadri, el último, si no varía el rumbo, suprime las fotomultas, baja el predial, compone las calles que adorna con macetitas, retira los durmientes que entorpecen el tráfico y deja de disfrazarse de ciudadano, por decir sólo algunas.

¿México, al borde del colapso político y de seguridad? Eso es lo que dijo el general John Kelly, jefe de gabinete de la Casa Blanca, durante la cena que ofreció el presidente Trump a los congresistas Chuck Schumer y Nancy Pelosi, según The New York Times.

De confirmarse el comentario del retirado general —la Casa Blanca ya lo negó— se trataría de un asunto grave. El mensaje tiene un claro sesgo intervencionista. Hablar de la inminencia de un “colapso” político en México y mezclar a Venezuela, es incubar la idea de que López Obrador es igual a Maduro.

Mas aún: decirlo cuando estamos ya en el proceso electoral rumbo al 18, es alertar contra el voto por Morena.

Kelly no lo ocultó, según el prestigiado cotidiano. Utilizó el fantasma de Venezuela para sembrar pesimismo sobre el futuro político y de seguridad en México, y convencer de la necesidad de construir el famoso muro.

La barda —según él— permitirá evitar que cualquier episodio de inestabilidad potencial que se viva en México tenga repercusiones en Estados Unidos.

El canciller mexicano, Luis Videgaray, salió a apoyar el desmentido de la Casa Blanca. “Nos han confirmado que no hizo expresiones de esa naturaleza. Además, sería claramente contrario a lo que hemos escuchado y conocido de John Kelly en estos meses”. ¿Usted a quién le cree? ¿Al Times o al tándem Casa Blanca-Videgaray?

¿Quién dijo que no se puede entregar parte de las prerrogativas que el INE otorga a los partidos políticos para ayudar a los damnificados del sismo y del Huracán Katia? Preguntó López Obrador. A los “fifís” de INE —así les llamó— El Peje les dijo que sí se puede y hasta precisó que la donación de Morena a esa población golpeada por los fenómenos naturales será de entre 60 y 80 millones de pesos.

El INE y sus aliados en los partidos alegan que ese dinero ya está “etiquetado” en el Presupuesto y que desviarlo, aunque sea para causas nobles, es violatorio de la Ley.

Morena, es cierto, hace proselitismo electoral con este tema. Sabe que los ciudadanos están hartos del alto costo de los partidos políticos, y que será más útil si se le dona a los damnificados que si lo gastan los partidos.

Coincido.

Alfredo del Mazo rindió ayer protesta como gobernador del Estado de México. No hubo gritos ni sombrerazos. Morena no se asomó por allí.

A la ceremonia asistió Enrique Ochoa. Nos llamó la atención la respuesta que dio a los reporteros cuando le preguntaron si el PRI piensa en Monreal para la elección en la Ciudad de México.

El jefe priista respondió: “Estamos abiertos, a partir de la Asamblea Nacional, a distintas alternativas y tenemos también la autorización de la Asamblea de buscar la construcción de coaliciones con distintos partidos políticos con los que tenemos identidad ideológica.

“Seguiremos trabajando, siempre respetuosos del calendario electoral que se establece en la Ley y la decisión que tome el partido la haremos del conocimiento público, a través de los medios de comunicación”.

Es decir, no descartó que su partido pueda sumarse a un Frente en la Ciudad de México, con el zacatecano a la cabeza, para evitar que Morena convierta a la capital en bastión del obradorismo.

16 de Septiembre de 2017

Es cierto que Andrés Manuel López Obrador encabeza las preferencias electorales en las presidenciales de 2018. Pero es igualmente cierto que el jefe de Morena es el político con aspiraciones presidenciales que más negativos tiene.

Ése es El Peje. Fortaleza y debilidad; esperanza y miedo. El cambio para sus seguidores; Venezuela para sus detractores. Su programa de gobierno, esbozado en su libro 2018: La salida. Decadencia y renacimiento de México, es un compendio de buenas intenciones, mal sustentadas.

Quiere bajar impuestos, dar marcha atrás en el gasolinazo, reducir el gasto programable, crecer al 4% anual, ser autosuficientes en alimentos, recuperar el poder de compra; desaparecer el nuevo aeropuerto, revertir las reformas Energética y Educativa, reducir la delincuencia en 50%. ¿Magia? ¡No! El eje de su programa gobierno es el combate a la corrupción. De allí saldrá gran parte de los recursos para transformarnos en lo que llama “República Amorosa”.

La última encuesta de Consulta Mitofsky, que encabeza Roy Campos, coloca al tabasqueño con un 30.9% de “opinión mala” entre los aspirantes presidenciables en 2018. Muy pegadito le sigue el secretario de Gobernación, Miguel Osorio, con 30.7% de negativos. El hombre de Bucareli aparece también en tercer lugar de las opiniones positivas con 14.9%. Margarita Zavala, del PAN, es segunda en preferencias electorales, 16.6%; y tercera en opiniones negativas 23%. Miguel Mancera ocupa el cuarto lugar en los negativos, con 22.5%. El jefe de Gobierno, sin embargo, anda por los suelos en las “opiniones buenas”: 9.1%. Está por debajo de Anaya, Nuño, Ferriz, Eruviel y El Bronco.

Y acabará detrás de Gabriel Quadri, el último, si no varía el rumbo, suprime las fotomultas, baja el predial, compone las calles que adorna con macetitas, retira los durmientes que entorpecen el tráfico y deja de disfrazarse de ciudadano, por decir sólo algunas.

¿México, al borde del colapso político y de seguridad? Eso es lo que dijo el general John Kelly, jefe de gabinete de la Casa Blanca, durante la cena que ofreció el presidente Trump a los congresistas Chuck Schumer y Nancy Pelosi, según The New York Times.

De confirmarse el comentario del retirado general —la Casa Blanca ya lo negó— se trataría de un asunto grave. El mensaje tiene un claro sesgo intervencionista. Hablar de la inminencia de un “colapso” político en México y mezclar a Venezuela, es incubar la idea de que López Obrador es igual a Maduro.

Mas aún: decirlo cuando estamos ya en el proceso electoral rumbo al 18, es alertar contra el voto por Morena.

Kelly no lo ocultó, según el prestigiado cotidiano. Utilizó el fantasma de Venezuela para sembrar pesimismo sobre el futuro político y de seguridad en México, y convencer de la necesidad de construir el famoso muro.

La barda —según él— permitirá evitar que cualquier episodio de inestabilidad potencial que se viva en México tenga repercusiones en Estados Unidos.

El canciller mexicano, Luis Videgaray, salió a apoyar el desmentido de la Casa Blanca. “Nos han confirmado que no hizo expresiones de esa naturaleza. Además, sería claramente contrario a lo que hemos escuchado y conocido de John Kelly en estos meses”. ¿Usted a quién le cree? ¿Al Times o al tándem Casa Blanca-Videgaray?

¿Quién dijo que no se puede entregar parte de las prerrogativas que el INE otorga a los partidos políticos para ayudar a los damnificados del sismo y del Huracán Katia? Preguntó López Obrador. A los “fifís” de INE —así les llamó— El Peje les dijo que sí se puede y hasta precisó que la donación de Morena a esa población golpeada por los fenómenos naturales será de entre 60 y 80 millones de pesos.

El INE y sus aliados en los partidos alegan que ese dinero ya está “etiquetado” en el Presupuesto y que desviarlo, aunque sea para causas nobles, es violatorio de la Ley.

Morena, es cierto, hace proselitismo electoral con este tema. Sabe que los ciudadanos están hartos del alto costo de los partidos políticos, y que será más útil si se le dona a los damnificados que si lo gastan los partidos.

Coincido.

Alfredo del Mazo rindió ayer protesta como gobernador del Estado de México. No hubo gritos ni sombrerazos. Morena no se asomó por allí.

A la ceremonia asistió Enrique Ochoa. Nos llamó la atención la respuesta que dio a los reporteros cuando le preguntaron si el PRI piensa en Monreal para la elección en la Ciudad de México.

El jefe priista respondió: “Estamos abiertos, a partir de la Asamblea Nacional, a distintas alternativas y tenemos también la autorización de la Asamblea de buscar la construcción de coaliciones con distintos partidos políticos con los que tenemos identidad ideológica.

“Seguiremos trabajando, siempre respetuosos del calendario electoral que se establece en la Ley y la decisión que tome el partido la haremos del conocimiento público, a través de los medios de comunicación”.

Es decir, no descartó que su partido pueda sumarse a un Frente en la Ciudad de México, con el zacatecano a la cabeza, para evitar que Morena convierta a la capital en bastión del obradorismo.